Es la primera etapa de formación de un jesuita.
Son dos años en los que el novicio vive una experiencia espiritual, comunitaria y apostólica profunda con el fin de alcanzar un conocimiento interno de Jesús para amarlo y seguirlo; y simultáneamente conocer el carisma y asumir el modo de proceder en la Compañía de Jesús.
Al finalizar esta etapa confirmas tu llamado a ser religioso jesuita escogiendo si deseas ser hermano o sacerdote y profesando votos perpetuos de pobreza, castidad y obediencia como testimonio y anuncio profético del Reino de Dios presente en el mundo.
La POBREZA nos da la libertad ante los bienes, usando de ellos para el servicio de la misión que el Señor nos ha encomendado.
La CASTIDAD nos da la libertad afectiva para entregarnos, sin exclusividades, al servicio de la humanidad centrando nuestro corazón en Jesucristo y en la misión.
La OBEDIENCIA nos da la libertad para responder a la llamada de Cristo a través de aquel a quien el Espíritu ha colocado al frente de la Iglesia, el Papa, y para seguir la dirección del Superior en la Compañía.