Nuestro fundador

Nuestro Fundador

Nuestro Fundador

Su único afán era descubrir la voluntad de Dios y cumplirla. Durante su juventud tuvo otros planes, persiguió honores y gloria, pero los caminos con los que soñó se le cerraron. A través de sus fracasos, derrotas y heridas Dios entró en su vida. Poco a poco, Íñigo (su nombre vasco) aprendió a dejarse guiar y a discernir continuamente esta pregunta siempre viva en su corazón: ¿qué quieres ahora de mí Señor? Por caminos insospechados, el Señor terminó llevándole a servir en las fronteras de la Iglesia para transformar el mundo.

ÚNETE

La Espiritualidad Ignaciana es
contemplativa en la acción
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Carrera 20 #24-85 Sur
Bogotá, Colombia